¿Una nueva glaciación en Europa? El bulo científico que se aprovecha del colapso de AMOC
Artículo basado en el libro: "Atmósfera de Bulos: Despejando las principales dudas y mitos sobre el cambio climático" de Isabel Moreno.
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Uno de los mayores retos, por no decir el mayor, al que nos estamos enfrentando en la actualidad, es el reto del cambio climático; más bien, el reto de cómo evitar este cambio climático. Sin embargo, no toda la humanidad está remando en la misma dirección, al fin y al cabo, aunque las consecuencias sean notorias, un cierto sector de la población no está sufriendo dramáticamente estos efectos, y en un sistema como el nuestro, siempre va a primar más el dinero que el futuro de las generaciones venideras. Por eso, grandes lobbys de presión como el de la industria petrolera se han encargado sistemáticamente de crear, promover y difundir bulos en los mass media como las redes sociales o la prensa. Normalmente, estos bulos pueden ser desmentidos por adolescentes de instituto, ya que su fundamentación científica es paupérrima o inexistente. No obstante, hay bulos que se sostienen sobre una base científica consistente, y estos son los más peligrosos ya que no engañan al público general, sino que pueden acabar estafando a un público versado y conocedor del tema. En este artículo vamos a tratar uno de estos bulos con cierta base científica, que representa un argumento muy utilizado por los negacionistas del cambio climático. Se trata del bulo que afirma que Europa se dirige hacia una glaciación. ¿Qué mejor forma de tratar de desmentir el calentamiento global?
Las afirmaciones “Europa se dirige hacia una glaciación” o “hará más frío en este continente” se fundamentan en el colapso de la corriente atlántica, a la que conocemos como AMOC por sus siglas en inglés (Atlantic Meridional Overturning Circulation). Se trata de una corriente de agua a gran escala, que circula por la superficie y funciona como el “corazón circulatorio” del océano Atlántico. Su funcionamiento sería algo semejante a lo siguiente: las corrientes cálidas y superficiales, como la corriente del Golfo, viajan desde el Caribe hacia el Atlántico norte. Al llegar a latitudes más altas (Groenlandia o Islandia), el agua se enfría y aumenta su salinidad por la formación de hielo marino. Esta combinación de mayor salinidad y menor temperatura, la hace más densa, por lo que la corriente de agua se hunde por convección. Esta bajada al abismo se produce en dos zonas: una al sur de Groenlandia, en los mares de Irminger y de Labrador, conocido como “giro subpolar”, y la otra se ubica más al norte, en los mares nórdicos. Esta masa de agua fría viaja de vuelta hacia el sur por el fondo del océano hasta que se mezcla o vuelve a emerger. Esta distribución de la corriente AMOC la hace muy especial, ya que transporta el calor desde el hemisferio sur hacia el norte, ayudando a que este último, de media, sea más cálido que el austral (o sur). Por ejemplo, esto hace que haya zonas en el norte de Europa, donde las temperaturas son más altas que las que les corresponde por latitud. Dicho de otro modo, Londres tiene inviernos suaves para su latitud. Pero no solo eso, también influye en los monzones de África y Asia, regula los patrones de lluvia y sequía en América del Sur y en el Sahel africano y modula la formación de huracanes en el Atlántico. Sin embargo, la cualidad que nos interesa en este artículo es su capacidad de redistribuir el calor haciendo a Europa más cálida de lo que le tocaría. ¿Qué ocurriría si esta corriente colapsa y se detiene? Ahí radica la sustentación del bulo, si esta corriente sirve para calentar Europa, su colapso llevará a enfriar el continente ¿no?


Configuración y distribución de la corriente AMOC (Fuente: La Voz de Galicia)
Para empezar debemos tener en cuenta que la corriente atlántica no ha circulado siempre de la misma manera, ha habido momentos en los que ha ido más rápida, momentos en los que ha ido más lenta e incluso se ha llegado a detener. Los momentos en los que ha ido más lenta o se ha detenido se han relacionado con periodos más fríos en el hemisferio norte en general, y en Europa en particular, porque deja de llegar tanto calor a esa zona. Pero, ¿Cómo se puede frenar la AMOC? Por ejemplo, a través del deshielo masivo en el hemisferio norte, haciendo más dulce el agua del Atlántico de esta zona. Al reducir la salinidad, también baja la densidad, con lo que se dificulta que la corriente se adentre en las profundidades. Si nos pasamos reduciendo la salinidad, y por lo tanto la densidad, hay un punto en el que el circuito colapsa y la AMOC se para. Por lo tanto, conforme aumenta el deshielo por el cambio climático, habrá más agua dulce en el norte de este océano, lo cual puede frenar la corriente atlántica. Pero cuidado, ya que AMOC no se hunde en un único lugar como ya se ha mencionado. Puede que colapse en un punto y no en el otro, por lo que no se pararía completamente aunque quedaría debilitada. La cuestión de encontrar los puntos de colapso es un desafío muy complejo, ya que la modelización de esta corriente es algo muy difícil: hay que representar el movimiento de una masa enorme de agua a lo ancho, largo y profundo del Atlántico, y hacerlo interaccionar con la atmósfera, con el hielo… demasiadas variables para poder hacerlo de una forma eficiente.
Uno de los mayores expertos en este tema, el profesor Stefan Rahmstorf, inicialmente defendía que la AMOC era muy estable; sin embargo, cuando se fueron mejorando los modelos y se incorporó el deshielo de Groenlandia, Rahmstorf cambió su discurso. Comenzó a alertar de que el colapso de la AMOC estaba cada vez más cerca de lo que se creía, principalmente en el giro subpolar, una de las zonas donde la corriente se hunde en las profundidades. Este colapso, como ya he mencionado, detendría el transporte de calor al hemisferio norte, pero también afectaría a otras partes del mundo. Al reducirse la temperatura en el norte, la diferencia térmica con el sur global generaría cambios en varios aspectos como el cinturón de lluvias que hay en los trópicos. Además, una AMOC más lenta también favorecería la subida del nivel del mar en la costa este de América del Norte, porque el agua tiende a “desparramarse” al no estar concentrada en la cinta transportadora que representa AMOC. Aun así, estos efectos y la fecha concreta del colapso no son más que especulaciones, ya que hasta el día de hoy, la incertidumbre reina en las investigación relacionada con AMOC. Como ya he dicho, son demasiados datos para conseguir un modelo totalmente fiable. No obstante, aun con toda esa incertidumbre encima de la mesa, no parece que una de las consecuencias del colapso de AMOC sea una glaciación en Europa. Las proyecciones más actuales apuntan a un posible enfriamiento en zonas del norte del continente como el oeste de Noruega, pero de estos enfriamientos locales a una glaciación de todo el continente hay un gran trecho. Es más, la distribución atmosférica que se generaría, podría ayudar a que las masas de aire cálido, escalen con mayor facilidad hacia el norte de Europa. El resultado de esto sería un clima mucho más cambiante y extremo, nada de glaciaciones.


Dr. Stefan Rahmstorf, experto en AMOC (Fuente: University of Potsdam)
A mediado de 2024, hubo un gran revuelo mediático entorno a este bulo climático, ya que el profesor Rahmstorf hizo unas publicaciones en sus redes sociales sobre un estudio que indicaba que el colapso de la AMOC en el giro subpolar (un colapso parcial y no total) podía estar mucho más cerca de lo que se pensaba. Sus declaraciones llegaron a malinterpretarse no solo entre el público general, sino también dentro del sector de la divulgación ambiental. Aparecieron titulares por todas partes afirmando que AMOC colapsaría en la próxima década y que Europa se volvería inhabitable. Rahmstorf afirmó que muchos de estos titulares eran “pura fantasía” ya que muchos de los estudios que mencionaba representaban situaciones hipotéticas. Por ejemplo, en un estudio de Van Westen y sus colaboradores de 2024, se hablaba del colapso de la AMOC si no hubiese un calentamiento global posterior (como si se fuera a detener de repente). Otro estudio de Liu y sus colaboradores (2017) , mostraba un notable enfriamiento del norte del Atlántico y noroeste de Europa en el caso de que se duplicará la cantidad de CO2 del aire. "Las exageraciones y las imaginaciones alocadas solo logran una cosa: destruir la credibilidad de los informes de las publicaciones sobre el clima" afirmó Rahmstorf tras el revuelo generado por sus publicaciones en redes sociales. La malinterpretación de las publicaciones científicas es una de las armas más poderosas al alcance de los negacionistas. Se apoyan en argumentos de eminencias e inventan consecuencias catastróficas que comunicativamente tiene un impacto enorme gracias a su carga emocional. Aunque un colapso tanto parcial como total de AMOC traerá consecuencias muy graves en todo el mundo, esto no ocurrirá de forma repentina, esto no es “El día de mañana”.
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