Cómo la Sal modificó la historia humana

Artículo basado en el libro: "Material World: Construyeron el mundo, transformarán el futuro" de Ed Conway

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Una de las cosas que tienen en común las cientos de millones de cocinas que hay en nuestros hogares, es una sustancia diatómica compuesta por sodio (Na) y cloro (Cl), la sal. Este compuesto es un imperativo biológico en nuestras vidas. Cada año, el cuerpo humano necesita consumir varios kilogramos de sal para que nuestra maquinaria de nervios, músculos y tendones funcioné, ya que permite la transmisión de nuestros impulsos nerviosos entre otras funciones. Antes de la invención de los frigoríficos, el saldo era el principal método que empleamos para conservación de nuestros alimentos, y hoy en día, más haya de sazonar nuestras comidas, el cloruro sódico también sirve como reactivo para la producción de una gran cantidad de sustancias (principalmente del sector sanitario y farmacéutico) sin las cuales la civilización tal y como la conocemos dejaría de funcionar. Sin embargo, tal vez debido a su abundancia y fácil acceso, la sal es considerada algo trivial por la mayoría de la gente, pero como veremos en este artículo, este compuesto ha permitido el desarrollo del capitalismo (y el comunismo) y se ha convertido en un símbolo de poder a lo largo de nuestra historia. Veámoslo.

La primera y más antigua localización en la que nos centraremos para observar la relación de la sal con la historia humana, se sitúa en la Costa Este de Inglaterra, en Boulby. Aquí se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de todo Inglaterra, Street House. En este yacimiento, cuanto más se cava, más atrás en el tiempo se viaja. En el primer nivel existe un cementerio anglosajón (630-670 d.C.), más abajo se puede encontrar edificios romanos (70-170 d.C.), luego un asentamiento de la Edad de Hierro (200-1 a.C.) y a una mayor profundidad un yacimiento neolítico (3800-3700 a.C.). En la última excavación realizada se encontraron utensilios de piedra quemada de más de 6.000 años de antigüedad. Estas herramientas sugieren la presencia de un horno, donde se encontraron restos de cloro y, por lo tanto, indicios de la fabricación de sal. Además, los escáneres también mostraron la presencia de depósitos de grasa, lo que convertiría a este yacimiento en el primer indicio de la fabricación de queso en todo Gran Bretaña. Cuando se continuó con la excavación, se produjo la revelación, junto al primer horno, se encontró un segundo, y luego un tercero, y así toda una serie de hornos que recuerdan vagamente a las estructuras de las fábricas. Se trataba de una cadena de producción, las primeras pruebas del origen de la manufactura y el comercio. Ahora, piensa un momento en lo que acabo de mencionar; 1.000 años antes de la construcción de Stonehenge, uno de los monumentos antiguos más famosos del mundo, la gente de la zona ya producía productos en masa y los comercializaba. Familiares y amigos se unieron para la fabricación de algo que no era para su propio beneficio, sino para comercializarlo y venderlo a otros. Aunque debido a la ubicuidad de la sal, creas que esto fue un actividad secundaria de un grupo de ganaderos, lo cierto es que fabricar sal ha sido un trabajo muy duro hasta hace relativamente poco.

Stonehenge, en el condado de Wiltshire, Inglaterra (Fuete: ABC)

¿Cuáles son los principales métodos para fabricar sal? Seguro que al menos uno de ellos te es familiar, como el el caso de las salineras (o salinas) artesanales que se encuentran en muchísimos lugares. Un ejemplo son las islas de Ibiza y Mallorca, donde desde los tiempos de los fenicios, se utilizaba el agua de mar para producir este polvo blanco. A través de una serie de canales y compuertas, el agua de mar era (y sigue siendo) dirigida a unas piscinas o estanques, donde se calienta al sol y se evapora el agua, dejando una salmuera con alta concentración salina, de la cual se podrán extraer los cristales de sal. Puede parecer un proceso sencillo, pero requiere tiempo y energía; energía solar para evaporar el agua y energía humana para las construcciones y para rastrillar la sal. Las personas del asentamiento neolítico de Inglaterra, con un clima más templado, utilizarían los hornos para evaporar el agua de mar. Añadiendo cada vez más agua salada a los recipientes, los habrían calentado una y otra vez hasta que habrían podido romperlos para recuperar una valiosa torta de sal blanca. Esta incipiente industria, por no llamarla prehistórica, creó una serie de rutas de comercio empleadas por viajeros lejanos que iban en busca de queso (alimento que puede conservarse en buen estado durante mucho tiempo) y sal. Lo mismo ocurrió a lo largo de todo el mundo, y es que tanto en la Edad Media como hoy en día, muchas de las carreteras más transitadas no fueron más que rutas de la sal. Incluso ciudades han sido erigidas cerca de los lugares de producción. Por ejemplo, la ciudad de Siracusa, al norte del estado de Nueva York, se convirtió en una de las ciudades más importantes de América, después de que unos colonos encontraran mantianeles de salmuera cerca. También podemos encontrar la autopista SS4 que atraviesa Italia de Roma a Porto d’Ascoli que está construida sobre una antigua Vía Salaria romana.

En Italia, debido tanto a su tradicional producción de queso y jamón, como a su carácter de península (cercanía al mar), el comercio de la sal tuvo una gran influencia. Venecia fue una de las ciudades que más rédito sacó a este cristal blanco, y es que a pesar de que la antigua Venecia sea recordada por negocios más exóticos como el de las especias, lo cierto es que estos comercios no se hubieran materializado sin la sal. En la época medieval, los venecianos controlaban la producción de sal del Adriático. La Sal de casi todo el Mediterráneo (Argelia, Mallorca, Cerdeña, Chipre…) era embarcada en los puertos de Venecia, enriqueciendo las arcas de los mercaderes de la ciudad hasta tal punto, que se permitieron viajes comerciales más arriesgados hacia la India y Extremo Oriente. Gracias a estas aventureras empresas, la Serenísima dominó el comerció de especias. Los beneficios fiscales gravados sobre los negocios de este cristal blanco fueron tan elevados que la Camera Salis de Venecia (corazón de sus sistema fiscal) aportaba 1 de cada 7 ducados en toda la recaudación del Estado veneciano, ¡Impresionante!

Salina en Mallorca, España (Fuente: Mallorcamade)

Creo que el lector será capaz de apreciar las coincidencias, la sal ha estado íntimamente relacionada con el comercio durante miles de años. ¿El motivo? Puede emplearse para conservar alimentos. Los agricultores y pescadores ya no necesitaban vender sus productos frescos en la cercanía, gracias a la sal para su preservación, estos productos podían viajar lejísimos. De un día para otro, el pescado capturado no tenía que venderse mañana, podía curarse con sal y preservarse durante 1 año o más. Del mismo modo, la leche podría convertirse en queso y durar años. La sal representó el elemento necesario para que los negocios alimenticios pudieran tener un stock. Por ello, esos habitantes de Boulby de hace más de 6.000 años montaron una línea de producción en torno a la sal, porque había un mercado para ello. La sal siempre ha sido un símbolo de riqueza. En África, se intercambiaba por oro, se utilizaba como moneda para comprar bienes, e incluso esclavos. Y no hace tanto tiempo como crees. Por ejemplo, en Nigeria, en la Segunda Guerra Mundial, debido a una hambruna la sal fue empleada como moneda de intercambio entre muchos pueblos del norte. Seguro que conoces el origen de la palabra salario, que proviene de la cultura romana que ofrecía raciones de sal a sus soldados, aunque la verdad es que también dinero. Esto evidencia una vez más el hecho de que la sal y el comercio están muy ligados, pero, ¿qué hay del poder?, ¿la sal ha influido en la historia humana más allá del comercio? Más de lo que podrías llegar a imaginarte.

Desde que existen los gobernantes, estos han tratado de gobernar con la sal, controlando y aplicando impuestos sobre ella. Un claro ejemplo es el país de China, donde han gobernado trece dinastías y ha habido diferentes sistemas políticos como el feudalismo o el comunismo. Sin embargo, en toda su historia existe una constante, la sal. Los primeros impuestos sobre el comercio de este cristal se remontan al siglo VII a.C., 400 años antes de la construcción de la Gran Muralla China. 1.500 años antes de que Maquiavelo escribiera El Príncipe, en China ya tenían el Guanzi, probablemente el primer tratado de realpolitik de la historia. Y esta obra, entre otras cosas, hablaba de la sal: “Si anuncias un impuesto de capitación para todos los adultos y niños, todo el mundo se quejaría y se opondría. Pero si aplicas una política de impuestos sobre la sal, los beneficios serán cien veces mayores para tí, el gobernante, mientras que el pueblo no podrá escapar de ellos. Esto es lo que significa administrar las finanzas”. Bajo esta premisa, los primeros emperadores chinos controlaban la producción, la distribución en todo el imperio y las ventas a los consumidores. Al controlar todo el mercado, el Estado podía poner el precio muy por encima del coste de producción, dirigiendo los beneficios a las arcas públicas. De esta forma, en el siglo III d.C., la sal representaba el 90% de los ingresos del Estado Chino. Este monopolio sobre la sal empezó a generar debates sobre el poder y sobre cuánto debería acaparar el estado y cuánto el individuo o la empresa privada. Aunque este parezca un debate moderno, China, en el año 81 a.C., ya se debatía en el discurso sobre la sal y el hierro, en donde aparecían dos facciones: una modernista que defendía que el monopolio de la sal y el hierro financiaban el ejército y aseguraban el Estado, y otra reformista (discípulos de Confucio) que quería eliminar estas restricciones. Hoy en día nadie se pone de acuerdo sobre quién ganó el debate, el monopolio duró unas décadas, luego se abolió, para finalmente restablecerse rápidamente. La enorme burocracia que requería esta sustancia, con la subordinación de la empresa privada consiguiente, dice mucho del monopolio actual que sigue ostentando. En 2013, la “policía china de la sal” (traducción literal) contaba con 25.000 efectivos y actuaba contra “contrabandistas” que intentaban vender sal por internet; pero en 2016, el Gobierno acabó con los controles sobre el precio de la sal, terminando con un monopolio de más de 2.000 años de antigüedad. Aun así, el comercio está monopolizado por la gigante estatal China National Salt Industry Corporation con lo que no ha cambiado nada. Libertad de mercado sí, pero cuando el líder indiscutible del sector es propiedad del Gobierno chino.

Logo de la empresa estatal China National Salt Industry Corporation (Fuente: Wikipedia)

Entre los gobiernos, antes que establecer un monopolio, es más común recaudar dinero mediante impuestos; y desde los chinos hasta los británicos, pasando por los otomanos, todas las civilizaciones cobran y han cobrado impuestos por la venta de sal. Uno de los más famosos es la gabelle, nombre empleado para el impuesto francés sobre la sal, que era muy costoso y muy arbitrario en función de la región del país, por lo que era odiado por todos. Por ello, no fue de extrañar que, cuando estalló la Revolución francesa, este impuesto ocupará un lugar esencial. Este gravamen causó grandes problemas económicos entre las clases menos pudientes, ya que era ineludible. No solo tenías que pagar el impuesto, sino que estabas obligado a comprar 7 kg de sal al año, por lo que dejar de comer sal no te serviría de nada. El contrabando era abundante, pero los castigos eran brutales, llegando a torturas como el desmembramiento en la rueda. El negocio que ostentaba Luis XIV sobre la sal era tan grande, que era el principal sostén de las finanzas francesas. Como tras una reforma, el número de castigos por evasión fue en aumento y las normas informales se convirtieron en algo rígido, los impuestos sobre la sal se convirtieron en una de las chispas que prendió la mecha de la Revolución Francesa. En 1790, después de que los revolucionarios depusieron la monarquía, la gaballe fue una de las primeras cosas en abolirse, y los presos por contrabando o evasión fueron puestos en libertad.

Matthias Jakob Schleiden, un botánico alemán que fue el cofundador de la teoría celular junto con Theodor Schwann, en 1875 escribió un libro sobre la sal en el que indicaba que había una relación estrecha entre los impuestos sobre esta sustancia y el despotismo del gobierno. Los regímenes que trataban de monopolizar la sal solían ser los mismos en los que reinaba la desigualdad. El ejemplo más claro de todos se manifestó en los años siguientes en la India. Los indios, al igual que los chinos pero no durante tanto tiempo, llevan miles de años evaporando agua del mar para obtener sal, pero cuando ocuparon el país, los británicos cambiaron eso. No sólo explotaron los preciados recursos naturales que allí había, sino que implantaron restricciones sobre varios mercados para vender sus productos nacionales. Por ello, en Bengala se prohibió comerciar con sal y ordenaron que solo se vendiera sal británica. Aunque surgieron multitud de contrabandistas, los británicos pronto establecieron un control total sobre la sal india. El resentimiento por el control colonial no dejó de extenderse. Los británicos no sólo obligaron a los indios a comprar su sal, sino que establecieron impuestos sobre la misma, mezclando los peores aspectos del monopolio chino y la gabella. Por ello, resulta lógico que Mahatma Gandhi protestase contra la ocupación británica evocando la sal y sus impuestos: “El impuesto se muestra aún más gravoso para el pobre cuando se recuerda que la sal es lo único que debe comer más que el rico, tanto individual como colectivamente [...]. Considero que este impuesto es el más inicuo [injusto] de todos desde el punto de vista del pobre.” Gandhi emprendió un viaje de 386 kilómetros hacia la costa, durante el cual congregó a muchos discípulos y a la prensa. Una vez llegó al pueblo costero de Dandi, recogió algunos granos de sal de la playa, infringiendo una de las leyes más odiadas del país. “Con esto estoy sacudiendo los cimientos del imperio británico” declaró. La Marcha de Dandi fue uno de los puntos clave de la independencia de la India y desencadenó una oleada de desobediencia civil en todo el país.

Este artículo ha demostrado como simples granos de sal común han moldeado una gran parte de la historia humana. Desde el comunismo chino hasta la independencia de la India, pasando por la Revolución francesa, este compuesto tan ubicuo en nuestros hogares ha participado en los grandes hitos de nuestro pasado. Base del comercio económico, icono del poder y herramienta de protesta, son algunas de las cualidades que pasan inadvertidas cada día cuando empleamos este invisible habitante de nuestras despensas.

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