¿Anarquismo, Comunismo o Anarcocomunismo?
Artículo basado en el libro: "Anarcocomunismo: Sus fundamentos y principios" de Piotr Kropotkin.
5 min read


Cuando hablamos de anarquía el primer sentimiento que le surge a la gente es un sentimiento negativo de rechazo o aversión por el término. Lo relacionan con el descontrol, la desorganización y el libertinaje; así mismo, se asocia con individuos fuera del sistema, desaliñados y con un sustento económico de dudosa legalidad. Aun así, también existe gente que considera la anarquía como algo glorioso, algo utópico e inalcanzable que merece la pena tratar de lograr; la última fase de la evolución humana.
El anarquismo, como teoría política que busca transformar la sociedad en un sentido más justo, tiene bases científicas. No es una cuestión de fe, sino un debate científico. Concretamente, al tratarse de una rama del socialismo, como éste presenta bases científicas, el anarquismo también debe presentarlas. Tanto la revolución tecnológica de la era industrial, como la revolución digital actual, se supone que deberían liberar al ser humano del trabajo y el sufrimiento; sin embargo, solo incrementan la brecha social mediante la concentración de muchos bienes en las manos de unos pocos. Cada crisis económica que sufrimos (no hay que olvidar que el capitalismo es cíclico, con ciclos de expansión-crisis) se agrava aún más esta fractura social, y tras estas crisis o “períodos de reajuste” siempre se oye la frase "Los ricos son más ricos y los pobres son más pobres", como si fuera un mantra que permitiese mantener la narrativa neoliberal. Esta discrepancia entre los supuestos beneficios del desarrollo tecnológico y sus consecuencias reales, se puede solventar mediante la evolución de la especie. El ser humano ha evolucionado a través del apoyo mutuo y la colaboración inter e intragrupal, no por la imposición del más fuerte como argumentan los defensores del darwinismo social que, casualmente, nunca han leído a Darwin. Por ello, los defensores de esta ideología política consideran necesario que la humanidad entre en un nuevo estado evolutivo en el que se siga el principio “a cada cual según sus necesidades y de cada quién según sus capacidades”, mediante la desaparición de la propiedad privada y la abolición de cualquier tipo de salario.


Piotr Kropotkin, uno de los principales teóricos del movimiento anarquista (Fuente: Wikipedia)
Cabe destacar que tanto los defensores del apoyo mutuo, como los defensores del darwinismo social, caen en el error de antropomorfizar la naturaleza, como si esta tuviera un objetivo o una meta, y la selección natural llevase todo a la perfección. La selección natural no busca, pero encuentra. Además, la postura del apoyo mutuo aunque se base en cierta medida en la racionalidad, como el darwinismo social, tiene la ventaja de apoyarse sobre una moralidad carente en la imposición del más fuerte. Esta moralidad, no se fundamenta en creencias religiosas, en caracteres metafísicos ni en principios utilitaristas, sino que busca sus raíces en la propia naturaleza humana. Existe una moralidad innata en el hombre al margen de la construcción social. Sentir sufrimiento al ver sufrir a alguien, es una emoción que aparece en cualquier sociedad estudiada, incluidas las más primitivas (exceptuando a los psicópatas). Si efectivamente esta moral innata o instintiva existe, entonces cualquier acción que permita sacarla de la tumba social bajo la que se encuentra sepultada, estaría justificada. Esta acción sería una revolución que permitiese al ser humano regresar a sus orígenes en donde los términos anarquía y humanidad se vuelven sinónimos. La vía de los partidos políticos socialistas (que hoy en día no existen) de adquirir el poder mediante la lucha electoral para controlarlo, y poder llevar a cabo la revolución, es cuestionable, ya que no puede existir una sociedad libre sin que el ser humano sea libre, y eso nunca se logrará mientras existe un gobierno y siga existiendo la propiedad privada. Esto se puede observar en los casos en los que los socialistas o marxistas han llegado al poder estableciendo un gobierno que nunca ha conseguido la libertad de sus gobernados. Aun así, en muchos países donde se trató de alcanzar el poder por las vías democráticas, no se les permitió, debido al temor que genera la existencia de un sistema diferente al imperante.
La nueva sociedad post-revolucionaria, no podría basarse en los mismos principios que la antigua, por lo que no podría organizarse mediante Estados y gobiernos, ya que se volverían a establecer nuevas jerarquías y privilegios. Además, la participación electoral, ni está a favor de la evolución humana, ni fomenta la autogestión, ni defiende los principios morales que deberían regir nuestro comportamiento; no tiene ninguna utilidad. El anarco-comunismo, no es un marxismo de corte libertario, ambas ideas son contrarias. Mientras que el anarquismo defiende que los medios deben estar en consonancia con los fines (por lo que rechaza el uso de la violencia), el marxismo admite que lo importante son los fines o los objetivos, independientemente de los medios empleados para alcanzarlos, haciendo suya la máxima de Maquiavelo: "El fin justifica los medios". El término anarco-comunismo hace referencia al posicionamiento ante la dicotomía entre los colectivistas y los comunistas. Los primeros, indicaban que el principio de remuneración personal debía ser proporcional al trabajo aportado a la comunidad (apoyado por Marx y Bakunin); mientras que los comunistas, acertadamente, afirmaban que debía primar la necesidad personal sobre cualquier sistema de retribución. Digo acertadamente ya que si se mantiene un régimen de salarios, nunca desaparecerán las diferencias sociales. Además, habría que establecer un sistema que determinase cuál ha sido la contribución de cada uno, y cuál su retribución, generando un órgano de autoridad diferenciado y jerárquico, peligrosamente similar al Estado que se desea disolver.
Finalmente, se impondrá el comunismo libertario o el Anarcocomunismo, pero hay que tener cuidado, ya que por casualidades de la historia se generó una tergiversación sobre estos términos políticos. Mientras que colectivistas (con su principio de retribución en función del trabajo aportado), sería adecuado para designar a los seguidores de Marx, se empleó inicialmente para designar a los anarquistas, y el término comunista, más cercano a los principios anarquistas, se empleó para designar a los seguidores de Marx. Confusión que ha llegado a hasta nuestros días.
Artículo basado en:





